Los injertos nos ayudan a recuperar tejidos perdidos debido a diferentes causas como extracciones dentales, quistes infecciosos.

También nos ayudan a aumentar la cantidad de hueso para poder realizar un tratamiento rehabilitador satisfactorio.

En el caso de la colocación de implantes dentales, es necesario de una determinada cantidad de hueso, tanto en altura y anchura como en calidad. La utilización de los distintos tipos de injerto nos ayuda a solventar esta falta de tejidos.

Hay distintos tipos de injertos óseos en función de la procedencia del mismo:

– Autólogos: obtenidos del propio individuo
– Xenoinjertos: de procedencia animal
– Alogénicos: de procedencia humana
– Aloplásticos: de origen artificial

El profesional clínico será el encargado de seleccionar el material indicado en cada caso.